“Hasta hace unos años" –explica Alejandro Navas, sociólogo de la Universidad de Navarra - padres y profesores eran aliados; hoy están en bandos opuestos. Antes, si un niño se portaba mal en la escuela, los padres duplicaban el castigo; ahora el padre se presenta en el colegio para quejarse si al niño se le impone cualquier sanción, por leve que sea. Y eso quizás se deba a que en los hogares españoles se ha abandonado la cultura de la disciplina y del esfuerzo, dándose carta blanca a los chicos”. Probablemente, argumenta Navas, porque esa ausencia del hogar lleva a que los padres tengan un creciente sentimiento de culpa “que tratan de compensar con concesiones, mimos, y prestaciones de todo tipo, lo que acaba forjando niños y adolescentes asilvestrados, blanditos e inmaduros”.
Además, señala Lola López Mondéjar, junto con este culto a la satisfacción inmediata, hay algo que lo excede, “un modelo que la sociedad propone a los jóvenes y que está afectando notablemente a la escuela : el del descrédito del saber". Ese ideal de estudio, de trabajo duro y de recompensa diferida hoy ya no funciona. En parte porque se están implantando modelos de enriquecimiento fácil, como esos personajes que rápidamente se convierten en famosos.
Ante este malestar generalizado en nuestra sociedad actual la mejor receta para un correcto desarrollo de nuestros hijos y alumnos será la alianza educativa y la implicación de Padres y Maestros en este objetivo común.
¡Qué cierto es el dibujo!
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